Recientemente, el 26 de mayo de 2022, tuve el placer de impartir la Conferencia de Clausura del acto académico de Graduación de la IX Promoción de Grado en Enfermería de la Escuela Universitariade Enfermería de Vitoria-Gasteiz. Pensando en lo que quería trasmitir a mis estudiantes recién graduados, decidí enfatizar en lo que verdaderamente nos caracteriza a las enfermeras y en lo que tenemos un papel fundamental, el cuidado y su valor terapéutico y transformador para con las personas. Todo ello para que nunca olvidasen que con nuestra forma de ser y estar en la profesión y con nuestras actuaciones podemos contribuir positiva o, por el contrario, negativamente en la vida de las personas que cuidamos. Algunas de las ideas que les transmití son las que voy a compartir en este blog, con la esperanza de poder promover cierta reflexión en estos tiempos de cambio.

A pesar de que el cuidado es inherente a la condición humana y todas las personas tenemos la capacidad innata de cuidar, desde que existe la Enfermería, hemos sido las enfermeras quienes nos hemos hecho cargo del cuidado de las personas. El cuidado constituye nuestra esencia y es un elemento central distintivo y unificador de nuestra disciplina enfermera.

Las enfermeras, en colaboración con el resto de los profesionales, somos un recurso de ayuda imprescindible, contribuyendo de forma decisiva en mantener y mejorar la calidad de vida y bienestar emocional de las personas. Podemos acompañarlas en las diferentes etapas del ciclo vital y en situaciones derivadas de problemas de salud, ayudarlas a satisfacer sus necesidades, identificar sus capacidades y compensar sus limitaciones, o guiarlas, apoyarlas, enseñarles y promover un entorno favorable a su desarrollo [1]. Martha E. Rogers ya hablaba de este valor terapéutico y decía que la enfermera es el corazón que comprende y la mano que alivia [2].  Erizaina da ulertzen duen bihotza eta lasaitzen duen eskua.

Además, cuando el cuidado es terapéutico, incluso en condiciones adversas como la enfermedad o la fragilidad, ayuda a las personas a crecer, a encontrar sentido a la vida, encontrar un “por qué” a lo que hacen cada día y las conduce hacia una verdadera autonomía personal. El cuidado si es terapéutico, también puede tener un valor transformador. Puede ayudar a las personas a que avancen en su autocuidado y en su autonomía personal y así mantener su esencia, su dignidad, su ilusión. Aquí también las enfermeras tenemos un papel fundamental. A su vez, como señala el filósofo alemán Martin Heidegger, cuando la existencia es auténtica y el cuidado es terapéutico, éste no sólo puede transformar a las personas cuidadas y su realidad, sino que, al cuidar a otros, las enfermeras podemos transformarnos, traduciéndose esto en satisfacción, sensación del deber cumplido, realización, mayor confianza, seguridad, bienestar, y en definitiva, crecimiento personal [3]. Si cuidamos de forma terapéutica, contribuiremos al bienestar y felicidad de los otros, y a su vez, esto redundará en el aumento de nuestra propia felicidad.

Pero cuidar no es fácil. Para cuidar bien, para que el cuidado sea verdaderamente terapéutico y transformador, debe responder a una serie de requisitos que siempre debemos tener presentes y aplicar en nuestra práctica profesional.

En primer lugar, es necesario que asumamos el reto de superar el paradigma positivista, el enfoque meramente técnico que cosifica y fragmenta a las personas en función de su dolencia, descuidando la dimensión emocional y valórica; y que rescatemos la concepción compleja de la persona, no como un objeto de cuidado, sino como un sujeto de cuidado, un ser único, irrepetible y particular que piensa, siente, quiere, tiene alegrías, tristezas, objetivos y planes que le posibilitan su autorrealización [4]. Me refiero al enfoque centrado en la persona, al cuidado humanizado, a la asistencia sanitaria humanizada. Esa mirada integradora y holística que contempla todas las dimensiones de la persona, física, afectiva, social, cultural y espiritual. Se trata de redirigir la mirada de la enfermedad a la persona. Debemos acercarnos a las personas con compromiso y sensibilidad, como seres únicos, no como números, y para conocer lo que necesitan y cómo les podemos ayudar, es necesario acercarnos como decía Rose Marie Rizzo Parse con inmersión silenciosa y presencia persistente y verdadera [5] mediante un proceso de comunicación, identificación, comprensión, empatía que nos ayude a conocer a las personas. Tenemos que entender el cuidado como una forma de relación con el otro, de reciprocidad, de confianza y compromiso afectivo por otro ser humano.

En segundo lugar, debemos intentar no quedarnos en la superficialidad, porque sino el cuidado será incompleto y difícilmente terapéutico. Florence Nightingale, pionera de la enfermería moderna, ya afirmaba que una de las cualidades que tenemos que desarrollar las enfermeras es la observación; hemos de observar cada detalle que rodea y nos da información del paciente, y sólo de esa manera, podremos hacer una valoración ajustada y fiable sobre la evolución de éste. Para ello hemos de conocer a la perfección a la persona, para identificar rápidamente cualquier anomalía o cambio. Decía que una buena enfermera debe conocer a sus pacientes y no dejarse llevar por observaciones erróneas y precipitadas [6].

En tercer lugar, debemos mostrar cercanía, interés y respeto por el otro, disponibilidad, dedicación, amabilidad, afecto. Es inevitable citar a mi estimado Albert Jovell, médico, sociólogo y prestigioso especialista en salud pública, que hablaba de la medicina basada en el afecto, de una medicina más humana. Decía que según se avanza en la tecnología y la competencia técnica, entre los usuarios de la sanidad crece la demanda de un mayor grado de comunicación, de información, de trato humano y no sólo de tratamiento [7]. Se trata por tanto de estar ahí, dispuestos, acompañar con una comunicación cercana que permita a la persona expresar sus emociones en un entorno muchas veces hostil, desconocido… Albert Jovell decía que las personas se sienten más reconfortadas si conseguimos establecer un diálogo, una comunicación, una presencia física [7]. Se trata de cuidar también el alma. Hacerle sentir al otro cómodo, confortable, que sienta que nos importa. Ser exquisitos y delicados en el trato. La atención al detalle. Él también decía que los profesionales precisamos de un nivel notable de inteligencia emocional, con una capacidad humana muy alta. Tenemos que ser personas con unos valores éticos y una personalidad muy firme. Profesionales que podamos entender la dimensión y la importancia que tenemos para la persona enferma a quien cuidamos [7].

En cuarto lugar, me gustaría enumerar algunos de los atributos que debemos contemplar en el cuidado a los otros. Debemos transmitir confianza y creer en el otro. Debemos promover esperanza realista. Debemos tener paciencia, permitir que el otro crezca en su propio ritmo. Debemos ser honestos y estar abiertos a uno mismo y para los demás, estar “auténticamente” presentes. Debemos ser humildes y ser conscientes que siempre hay algo más que aprender. Debemos tener valor, ya que el cuidado es un viaje a lo desconocido en cualquier relación humana.

En quinto y último lugar, me gustaría destacar también la capacidad reflexiva y el pensamiento crítico que debe guiar nuestras actuaciones. Debemos preguntarnos continuamente: ¿Quién es el paciente? ¿Qué debo saber de él y de su situación? ¿Cómo puedo ayudarlo? ¿De qué medios dispongo? ¿Cómo están reaccionando el paciente y su familia? ¿Qué más puedo hacer para que estén más confortables? ¿Qué les puedo aportar? ¿Cómo puedo contribuir con mis cuidados a la mejora de su situación? El pensamiento crítico fomenta la capacidad de cuestionarnos, analizar, reflexionar … en pro de proveer los mejores cuidados a cada persona.

Todo lo anterior implica, como dice Victoria Camps, una forma de ser y de estar en el mundo [8]. Implica comprometerse afectivamente con las personas y con la profesión.

En estos tiempos difíciles, confusos y de tanto cambio, es importante que cada una de nosotras nos miremos al espejo y realicemos un trabajo de introspección para reflexionar sobre todos los aspectos previamente mencionados y cómo estamos desarrollando y cómo queremos desarrollar nuestra práctica profesional, mas allá de las dificultades que el día a día nos impone. Como ya expresé en el libro Enfermería en primera persona [9], es el momento de detener la actividad unos segundos y reflexionar sobre la respuesta a las siguientes preguntas: ¿cuál es nuestra mirada e interés en la atención a las personas? ¿a qué tipo de actividades de cuidado dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo? ¿en qué medida valoramos qué necesidades tienen las personas, proveemos un cuidado individualizado y medimos el impacto de nuestros cuidados? ¿en qué medida trabajamos con las personas, las acompañamos, les ayudamos a afrontar sus experiencias vitales y fomentamos que al alta posean la máxima capacidad de autocuidado y autogestionar su proceso de salud? ¿en qué medida nuestros informes de enfermería plasman la situación de cada persona desde un enfoque enfermero y dejan ver nuestro valor añadido? ¿en qué medida participamos en la toma de decisiones sobre el cuidado de nuestros pacientes? ¿en qué medida estamos presentes en acciones comunitarias para el cuidado de nuestra sociedad? ¿en qué medida participamos en los foros en los que se toman decisiones en políticas de salud? ¿en qué medida hacemos que se escuche nuestra voz? ¿en qué medida lideramos o participamos de investigaciones en cuidados u otro tipo de investigaciones multidisciplinares?

Con la pandemia ha quedado patente que la contribución de las enfermeras es imprescindible en los resultados en salud de las personas, pero a su vez tenemos que ser conscientes que éste es un momento difícil a nivel profesional. Es un momento en el que de alguna manera el sistema nos ha engullido y en el que nos está costando avanzar. Sin embargo, a su vez, es un momento decisivo que sin duda marcará nuestro porvenir profesional, en el que debemos decidir entre quedarnos atrás o dar un paso firme al frente, trabajar de forma cohesionada, ser proactivas, liderar, asumir cada una en nuestro puesto de trabajo la responsabilidad que tenemos. Es el momento de pararnos sí, pero para reflexionar, analizar dónde estamos y fortalecernos de nuevo para comenzar a remar al unísono y en coordinación entre lo asistencial, la gestión, la docencia y la investigación. Si no trabajamos juntas y coordinadas a todos estos niveles difícilmente avanzaremos.

Estamos mejor preparadas que nunca y así lo hemos demostrado, pero nuestro futuro depende de cómo gestionemos el presente y los tiempos venideros.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Ficha técnica de Grado en Enfermería basada en el REAL DECRETO 55/2005, de 21 de enero, por el que se establece la estructura de las enseñanzas universitarias y se regulan los estudios universitarios oficiales de Grado. Boletín Oficial del Estado, nº 21, (25-01-2005).
  2. Rogers ME. Epilogue. En: Malinski VM, Barrett EAM. Martha E. Rogers: Her life and her work. Philadelphia: Davis; 1994. p. 337-338.
  3. Moreno LF. Martin Heidegger: El filósofo del ser. Madrid: Edaf-Ensayo; 2002.
  4. Rodríguez-Jiménez S, Cárdenas-Jiménez M, Pacheco-Arce AL, Ramírez-Pérez M. Una mirada fenomenológica del cuidado de enfermería. Enferm univ. 2014; 11(4): 145-153.
  5. Bournes DA, Bunkers Schmidt S, Mitchell GJ. La teoría del Desarrollo humano de Rosemarie Rizzo Parse.. En: Raile-Alligood M. Modelos y teorías en enfermería. 9ª ed. Barcelona: Elsevier; 2018. p. 375-397.
  6. Nightingale F. Notas sobre Enfermería. Qué es y qué no es. Barcelona: Masson-Salvat; 1990.
  7. Jovell AJ. El médico social. Apuntes para una medicina humanista. Cambio social y sanidad. Barcelona: Editorial Proteus; 2012.
  8. Camps V. Tiempo de cuidados. Barcelona: Arpa & Alfil Editores, S.L; 2021.
  9. Unidad de Docencia e Investigación de Enfermería. Erizaintza lehen pertsonan. Enfermería en primera persona. [internet]. Bilbao: OSI Bilbao-Basurto; 2021. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/351528316_Enfermeria_en_primera_persona_Dia_de_la_Enfermera_2021

 

 


Autoría: Ainhoa Ulibarri . Editora responsable: Arantxa Picón.

Artículo con revisión editorial. No existen conflictos de interés en relación con el presente artículo. Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de los/las autores/as y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de los/las editores/as. Artículo bajo licencia de Creative Commons: Reconocimiento 4.0 Internacional.

Este documento debe citarse como: “Ulibarri A, El valor terapéutico y transformador del cuidado [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 19 de septiembre de 2022. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com”

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *