El drama se repite, tal vez porque parece que no hemos aprendido. La pandemia campa a sus anchas en el viejo continente europeo y nuestros dirigentes, desbordados y muchas veces empleando energía en exceso en sus luchas políticas que pocos ciudadanos entienden, nos someten a un nuevo estado de alarma que se descorcha con un cierre de las autonomías, a criterio de los gobiernos locales, mientras las mascarillas se han convertido en un complemento de moda sin el cual parece que estemos desnudos y expuestos.

Este confinamiento perimetral, acompañado de un toque de queda (que dicen que no es tal, pero que suena igual de restrictivo que en otras épocas) tiene otras consecuencias indeseables en nuestros centros sanitarios (noticia 1, noticia 2, noticia 3, noticia 4, noticia 5, noticia 6).

En muchos hospitales se restringe la visita de acompañantes a los pacientes ingresados, en algunos casos incluso ancianos dependientes. Quienes vivimos en primera línea los meses de Marzo y Abril en nuestras UCIs o salas de hospitalización COVID pudimos comprobar el dolor de pacientes y acompañantes por aquel aislamiento al que se sometían ambas partes, impuesto y exigido, y tolerado con amargura incluso por aquellos que velábamos armas, respiradores y pronos en las interminables guardias.

Hace poco tropecé otra vez (benditas piedras en el camino) con la canción “La estancia” de Barricada que refleja perfectamente aquella (y ésta) impotencia. La letra está inspirada en un preso que escribía a su pareja, y muestra abiertamente su desesperación por encontrarse aislado y privado de libertad en la cárcel; también (y esto es trascendente) reconoce el soplo de aire fresco que recibe en cada visita que le hace su familia.

Al escucharla con detalle, más allá de las guitarras afiladas y la voz ajada de El Drogas, sus palabras y sentimientos contenidos no me parecieron muy diferentes a los de nuestros pacientes.

 

En este suelo
me gusta soñar despierto
Y romper las nubes que cierran hermético el techo
Así corren los días
y las noches miserables,
yo sólo pienso en ti
Acurrucado entre el frío y el hambre.

 

 

“La segunda de las canciones de la Trilogía Ezkaba es “La estancia” (Barricada, 2009: 112-115), que narra el cautiverio de los prisioneros, utilizando el Fuerte del monte Ezkaba como ejemplo de lo que sucedía en otros muchos lugares de la geografía española en los que hubo prisiones y campos de concentración (…) Los prisioneros muchas veces optaron por organizarse para buscar formas de sobrevivir, con acciones que iban desde enseñar a leer y a escribir a aquellas personas que eran analfabetas, hasta a compartir los paquetes de comida que los familiares que estaban en el exterior enviaban a los presos (Barricada, 2009: 112).

En la letra de la canción no se profundiza en las malas condiciones en las que vivían los prisioneros, sino que se prefiere hablar de la esperanza que los mantenía cuerdos pese a su situación, con versos…”

La Estancia (Ezkaba II)

 

Con versos cargados de esperanza, de futuro.

En el aislamiento, como en prisión, la poesía también es refugio.

 

Y volar contigo,
y sentir el calor de tus manos en mis alas
corazón encogido que espera tu aliento
para continuar esta batalla.

 

Tal vez sean tiempos complicados, con medidas que seguro quieren proteger la salud del conjunto de la población y volver a un confinamiento domiciliario que en estos momentos parece casi inevitable.

Tal vez.

Lo que es seguro es que aislar a los pacientes agrava su sufrimiento, y el de sus seres queridos. Olvidamos el cuidado de lo invisible, término que acuñó Gabi Heras para referirse al espacio emocional de los enfermos. En UCI, y también en hospitalización.

La rebeldía, en este caso, tal vez sea una opción.

Tal vez.

 

 


Autoría: Isidro Manrique. Editor responsable: Gorka Vallejo.

Artículo con revisión editorial. No existen conflictos de interés en relación al presente artículo. Las opiniones expresadas son responsabilidad exclusiva de los/las autores/as y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de los/las editores/as. Artículo bajo licencia de Creative Commons: Reconocimiento 4.0 Internacional.

Este documento debe citarse como: “Manrique I. Corazones encogidos [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 5 de noviembre de 2020. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com”

2 comentarios en «Corazones encogidos»
  1. No poder comunicarme con un familiar que ha permanecido aislado ha sido durísimo para las dos partes. Gracias al cuidado de lo invisible, junto a las palabras mediante mensaje que iban de un lado al otro, cuando se podía, hemos tenido la fuerza para continuar.
    Poder narrar lo que te ocurre tiene un efecto sanador, permanecer sin poder explicar a tus seres queridos cómo te sientes, aunque sea con una mirada, (ahora más que nunca sabemos que los ojos hablan), dificulta la recuperación y el desánimo te atrapa y te lleva hacia abajo rápidamente.
    Tal cómo está todo seguimos con el corazón encogido, pero la esperanza perdura. Mucha fuerza y ánimo. Muchas, muchísimas gracias.

  2. El cuidado de lo invisible debe abarcar también la atención y el cuidado emocional de los seres queridos, especialmente en los casos en que lxs pacientes no se comunican, sedación etc…Es vital que la enfermeria lidere ese proceso de “cuidados de lo invisible”

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