La Organización Mundial de la Salud advierte que las personas con discapacidad tienen peor salud que la población general [1]. y diversos estudios internacionales describen inequidades en salud relacionados con el acceso a la salud de las personas sordas [2-6].

Respecto a las personas sordas, son numerosos los estudios a nivel internacional los que sugieren la existencia aún de inequidad en la salud, como consecuencia de la dificultad de establecer una correcta comunicación con los y las profesionales de la salud [3,4,6,7].

Con el objetivo de explorar la accesibilidad de las mujeres sordas al servicio sanitario Público en nuestro contexto socio-sanitario, se decidió desarrollar un estudio cualitativo exploratorio y descriptivo [8,9], en el que participaron 33 mujeres sordas de las tres provincias del País Vasco. Como objetivo secundario nos planteamos conocer su experiencia acerca de la violencia de género, dado que la literatura científica existente al respecto subraya que presentan mayor riesgo que las mujeres oyentes.

El contacto con las participantes se realizó a través de la Federación de Personas Sordas de Euskadi (EuskalGorrak), que facilitó intérpretes de lengua de signos para el desarrollo de los cuatro grupos de discusión. Se realizó la transcripción literal de los discursos a través del Servicio de Lengua de Signos de Euskadi.

Del análisis temático del mismo, surgieron tres categorías:

  1. Sentimientos de discriminación y limitación del principio de autonomía.
  2. Barreras y facilitadores en el acceso a los servicios sanitarios y
  3. Vulnerabilidad de las mujeres como consecuencia de una incorrecta comunicación.

 

ACCESIBILIDAD AL SISTEMA SANITARIO DE LAS MUJERES SORDAS

Las mujeres sordas que participan en los grupos de discusión refieren sentirse discriminadas y como ejemplo de ello, describen situaciones en las que profesionales las ignoran como comunicadoras válidas cuando les acompaña otra persona que pueda comunicarse de forma oral, a pesar de que se trate de su propia salud o de la de un hijo/a a su cargo. Esta situación las hace sentirse anuladas, limitando así el desarrollo de su derecho de autonomía. Ese sentimiento se agrava aún más cuando sus hijos/as tienen que ejercer el papel de intérpretes, ya que no solo se vulnera la confidencialidad, sino que además ahonda en sentimientos de sufrimiento de estas mujeres al depender de sus hijos/as, y exponerles en ocasiones a que sean otras las primeras personas que conozcan su problema de salud.

Describen también como el uso del término “sordomudo/a”, resulta ofensivo para la comunidad sorda en general, y en general se quejan de que reciben las explicaciones de los y las profesionales de la salud resumidas, tanto por parte de familiares como de los intérpretes, lo que dificulta aún más su comprensión. Precisamente se trata de un colectivo que necesitaría por parte de los/as profesionales de mayor tiempo y esfuerzo en la comunicación, en aras de facilitar un mensaje claro y comprensible.

En la segunda categoría se describen barreras a la accesibilidad en situaciones comunes que surgen en el día a día y medidas facilitadoras para subsanar ciertas situaciones, como por ejemplo llamar por megafonía o de forma oral en las consultas para marcar el turno al paciente. Por el contrario, medidas sencillas como la instalación de pantallas visuales, pueden evitar situaciones de estrés a las personas sordas.

Otras barreras descritas en el estudio son la limitación del tiempo en consulta, el teléfono como canal tradicional de comunicación, y la dificultad en situaciones de urgencias, también fácilmente solventables, ya que podrían mejorar si se aplicaran ciertas medidas sencillas como hacer accesible el correo electrónico o WhatsApp, la existencia de un símbolo que identifique a una persona sorda en la historia clínica, y aplicaciones específicas para situaciones de urgencias.

La tercera categoría que emerge del discurso de las participantes es el sentimiento de vulnerabilidad, puesto que no se benefician de la misma información que la población general, lo que indica desigualdad e inequidad en salud.

En cuanto a la situación de maltrato, el aislamiento que sufren debido a su discapacidad auditiva [7,9,11] y las barreras de acceso al sistema sanitario, así como la escasa información de los recursos existentes en estas situaciones y cierta desconfianza hacia los profesionales de la salud, dificultan que acudan a solicitar ayuda  [12,14].

Como consecuencia de la dificultad al acceso a la información, pueden recibir escasos conocimientos acerca de la prevención del cáncer ginecológico, educación sexual y reproductiva por ejemplo [14-17]. Se observa además limitación en el acceso a la información, poca comprensión de folletos  y guías de salud al no estar adaptados [3,13,18], destacando la correcta comprensión de tratamientos [2,3,16,18].

Este estudio evidencia la necesidad de mejorar la accesibilidad al Sistema Sanitario de estas personas, con el fin de garantizar el derecho a la salud de toda la ciudadanía, evitando así las desigualdades sociales [2,6,12,15,19].

Las mujeres participantes en este estudio insisten en que los profesionales conozcan la lengua de signos, de manera que la comunicación fuera más efectiva y generando además confianza en estas personas hacia el Sistema Sanitario, algo deteriorada en la actualidad.  Por ejemplo: la importancia de vocalizar mejor, mirar a la cara y dirigirse al paciente en lugar de al intérprete o acompañante, son fundamentales para mejorar la comunicación, así como la existencia de intérpretes o profesionales con conocimientos en Lengua de Signos en centros sanitarios sería un facilitador importante y una medida muy sencilla de ser aplicada. Es fundamental la sensibilización y formación de los y las profesionales de la salud.

Medidas que pueden ser punto de partida para el desarrollo de políticas sanitarias y protocolos institucionales que mejoren la salud de las personas sordas, la prevención y promoción de esta, aumentando así la calidad y esperanza de vida, garantizando la equidad en salud, contando como premisa importante con el impulso de la participación de forma activa de las Asociaciones de personas sordas con las instituciones implicadas.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Autoría: Socorro Luengo. Editora responsable: Verónica Tíscar.

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Este documento debe citarse como: “Luengo S, Abad R, Tíscar V. Accesibilidad de las mujeres sordas al sistema sanitario público del País Vasco [Internet]. Enfermería Activa del Siglo XXI: blog abierto; 30 de noviembre de 2020. Disponible en: www.enfermeriaactiva.com”

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